El sentir de lo ético en la sociedad actual
Una sociedad se construye sobre la base social, sobre lo que las personas construyen de su propia realidad inmediata, por lo menos en un principio. Esta construcción hace posible una idea, o ideal, de cultura. Luego entonces, no se puede entender sociedad sin una construcción propia, especifica, delimitada y enmarcada de cultura. Aunque en la actualidad, se ha transformado de una forma radical y, crear una nueva definición de sociedad y cultura sería plausible e imperativa. Cultura, ya no es solamente aquello que partía del simple uso creando un modo de hacer las cosas, estableciendo un hábito (individual) posibilitado a través de órdenes. Esta individualidad crea la costumbre colectiva, que va definiendo las normas sobre las cuales se apoya el código, en muchos casos, jurídico. Estos conceptos componentes de la cultura, construyen los valores que rigen la sociedad. Este cambio – de definición de cultura- ha sido posible al acortamiento de las distancias (físicas, políticas, religiosas, económicas, etc) entre los grandes y pequeños grupos humanos (por no decir sociales). Acortamiento ocasionado y, más ahora, por el gran desarrollo de la tecnología (comunicativa, industrial, farmacéutica, militar, etc.) en otros términos con timbres de académico, lo que llamamos globalización.

Pero esta ‘introducción’ de la globalización, trajo consigo numerosos cambios. (Aunque este cuento no es del siglo XX o XXI, desde la conquista de América, el mundo tuvo conciencia de globo, y empezó el increíble contacto cultural. Mirémonos: hablamos un idioma europeo, contamos con números arábigos, nos vestimos como los europeos, nuestras costumbres son una mezcla de todas las culturas que llegaron a nuestras costas. Desde hace unos 500 años vivimos un proceso de globalización un poco desordenado). Ya no vivimos en un país, sino en una aldea global que sería la suma de todos los países, bajo un criterio unificado.

Primero la globalización –postmodernidad o sociedad del conocimiento- hacen del hombre y la mujer serviles de los mass media, esclavos favoritos de las grandes cadenas de producción. Es objeto entonces, de los devenires de la trivial moda estética. Ya no es lago para alimentar, vestir, proteger del clima, sino para exhibir, rediseñar y exponer a cuanto a elixir promete la perfección –no natural, por lo demás-. Segundo, el límite entre lo público y lo privado se ha diluido por la invasión de los medios. Ha creado una nueva forma de ser, de definirse y de concebirse. Los estándares comerciales son ideales a conseguir. Nada es tan privado que no se pueda conocer y lo público debe volverse de dominio general para que se califique de público. Esto ha hecho del hombre y la mujer actual, un(a) descreído(a), escondido(a) en medio del anonimato. Mis acciones no tienen trascendencia si están enmarcadas en lo general, en lo público, me confundo entre los demás. Tercero, la vanalidad del hombre y la mujer actual, o mejor el hombre o mujer de la cultura de lo light. En el que los objetivos o metas se alcancen bajo la ley del menor esfuerzo. Ejemplo: Si se quiere bajar de peso usamos el bisturí. Los valores se han desdibujado y se ha entrado en la creencia de que los actos son individuales y no están inmersos en la amplia red social -¿o redes?-. No es de interés reducir la influencia de la globalización a los tres aspectos mencionados anteriormente, triviales si se quiere pero indiscutiblemente importantes en el modus vivendi local.

Pero este nuevo mundo con pretensiones de globalizarse, enfrenta a la humanidad a otro tipo de retos, que ya no han de remitirse a su pequeño núcleo social sino que tienen que estar acordes con la problemática global. Ya no somos una aldea limitada físicamente, estos límites se han roto gracias a lo virtual. Este mundo global hace que la ética se transforme y supere el lastre local, lo trascienda.

La ética es aquello que permite que una sociedad construya unos elementos básicos sobre los que esta pueda soportar y crear normas de relación. Estas normas nos hacen sociales, nos hacen humanos. La sociedad nos permite construirnos como humanos, como personas. Es decir, en tanto que trato a los otros como humanos, me hago humano a mi mismo. Y esto, nos lleva a argumentar que necesariamente somos sujetos dependientes de los otros (Ídem). Pero si la ética no nace de la autorreflexión, no existe. La ética ha de surgir del individuo, bajo las construcciones sociales, para poder ser social, para que pueda convertirse en general, o en global.

Si la ética es el arte de vivir bien, y vivir bien es ser feliz y la felicidad es lo que el hombre quiere alcanzar, es posible ser ético. La prudencia seguramente ha de servir de punto de partida para lograr este objetivo (ella esta unida a la vida feliz; según aducía Epicuro): el de una sociedad que se rija bajo principios éticos básicos. Aún con los retos que impone el nuevo mundo, seguimos teniendo la condición de raizales, y para no destruir esta condición se necesitan unos parámetros de comportamiento. Es, de Perogrullo entonces decir, que la ética en las sociedades contemporáneas o en el nuevo mundo que se globaliza, si tiene sentido.